DESEQUILIBRIO
Dentro de la conducta adictiva se llegan a experimentar diversas circunstancias que llevan al desequilibrio en muchos de los miembros de la familia que se ve afectada, se llegan a vivir experiencias displacenteras que, ante ciertos momentos, una de dichas experiencias es la culpa, cuya experiencia llega a ser tan intensa para quienes viven con la enfermedad llamada adicción, así como personas cercanas a él o ella.
Cuando se está frente a situaciones que provoquen culpa, es común que se lleguen a experimentar sensaciones persistentes de ideas referentes a haber actuado mal, de ser una persona desagradable ante la mirada de la sociedad o bien, con intenciones de dañar a los demás, sin embargo, cuando en la familia se convive con un miembro con adicción, esta emoción puede llegar a manifestarse mediante ideas rumiantes que provocan malestar mayor en la persona, ideas que acompañadas de un diálogo interno que presume de ser muy crítico y hasta violento, llevando así la complicación en el proceso de restablecimiento de la salud.
AUTOCRÍTICA
Por lo regular, realizar la “autocrítica” es una práctica más común de lo que podemos imaginar, sólo que la forma en la que lo realizamos no es la más sana ya que, las críticas suelen hacerse de forma negativa hacia las labores del día a día y los resultados que se van obteniendo, asimismo, obstruyendo el desarrollo personal debido a que al realizarla una persona suele experimentar incomodidad, desahogo, temor, dolor, entre muchas emociones displacenteras al mismo tiempo; debido a ello, en muchas ocasiones las críticas suelen ser aún más fuertes hacia sí mismo, incluso, en mayor medida que las críticas o puntos de vista del entorno, llevando así a la persona a experimentar la culpa considerando que es responsable de todo lo sucedido a su alrededor, ahora bien, en la familia con un miembro con adicción, la culpa puede manifestarse en el hecho de que llegan a vivir con la idea de ser responsables de las decisiones de su familiar, es decir, que tienen mucha participación en el desarrollo de la adicción, ante ello, de otro modo, en el caso de aquellos quienes viven con la enfermedad llamada adicción, la culpa puede manifestarse respecto a la serie de conflictos que pueden llegar a presentarse a raíz del consumo, sin embargo, más allá de decir que exista o no participación, la distorsión llega a ser tan grande que se le terminan cargando todos los resultados negativos de la dinámica familiar en el familiar con una dependencia, siendo que posiblemente algunos de los conflictos de familia hayan sido derivados de pero no en total responsabilidad.
La adicción no es como tal el resultado de una sola situación familiar, se considera como una enfermedad multifactorial los cuales pueden incluir factores biológicos, heredofamiliares, psicológicos, familiares, trastornos de personalidad, trastornos del estado afectivo, trastornos del neurodesarrollo, factores culturales, entre muchos más, culparse por la adicción de aquel miembro de la familia refleja la complejidad del problema, asimismo, los conflictos familiares que llegan a cargarse en torno a la adicción sucede de la misma forma tal como el familiar se siente culpable por las adicciones, el familiar enfermo vive con la misma situación, se siente culpable con todo lo acontecido en la familia.
Atender aquellos conflictos emocionales que nos embargan desde la historia de vida, experiencias no superadas y temas personales, es necesario atenderse en centros de adicciones para todos los aspectos ya que, de no hacerlo, nos seguirán acompañando e impactando a lo largo del camino, llegando así a concluir que es importante recalcar que culparse es una práctica para nada saludable.
ANDRÉS LUCIANO GREGORIO.
Maestría en Psicología Clínica.
Cédula profesional. 11050830