Fuga constante
Las sustancias como el alcohol, la cocaína, el cristal, entre otras son un vehículo para escapar de las emociones que no nos gustan sentir, es como un carro que te permite salir por momentos a “visitar” otros escenarios donde no se encuentran esas emociones de las cuales huyes. Estas salidas o “fugas”, al principio son cortas y el retorno se produce pronto.
Pero a medida que la incapacidad física va avanzando y los conflictos van creciendo, las “fugas” se vuelven más largas, hasta que llega el enfermo a refugiarse totalmente en la sustancia. En estas condiciones la fuga se vuelve constante.
El enfermo ya se ha apartado de la realidad y podríamos hacer la comparación de que cambio su carro por un avión o helicóptero.
Conforme pasa el tiempo es peor. Las mujeres adictas inician el consumo más tarde que los hombres, habitualmente a partir de relaciones con parejas adictas, esto nos habla de la manera en que tienen para relacionarse, muchas veces permitiéndose estar en relaciones donde hay golpes, maltratos, infidelidades, consumo de sustancias, con lo cual poco a poco todo lo demás de la vida pasa a segundo plano viéndose como única meta seguir consumiendo.
Un factor central, sobre el que es necesario generar mayor conciencia, es la importancia del Tratamiento de rehabilitación de adicciones y la necesidad de intervención. Si bien la adicción no tiene género en sí misma, ese factor sí influye en la forma en que las personas inician y enfrentan la adicción, tanto en lo social como en lo terapéutico. El inicio del consumo es algo más tardío en el caso de las mujeres, las adicciones se instauran y progresan de manera más rápida entre ellas, esto nos quiere decir que, aunque tarden más en empezar a consumir llegan a tener una manera de consumir igual de devastadora que la de los hombres y en un tiempo más corto.
Al momento de necesitar ayuda es complicado ya que tienen compromisos en casa, con la familia, en el trabajo que ponen en primer lugar antes de atender los motivos de su consumo y así tratar su enfermedad.
Aceptar, que no está mal pedir ayuda, darse un momento para ver qué es lo que está pasando. Fomentar la interiorización de una identidad personal y grupal, con el fin de modificar los patrones de consumo e influenciar la construcción de un plan de vida a seguir. Reconocer y aceptar la adicción, sobre la base de que dicha identidad la acompañará hasta el fin de su vida, ya que se considera una enfermedad crónica que no tiene cura, solo contención, pero con ayuda profesional en centro de adicciones puede lograrse esta contención y mejorar su vida significativamente.
Psic. Dulce María Cano Lara
Terapeuta Clínica Ser
Cédula 13547225