Psicofisiología de la ansiedad
Para poder tener un buen manejo de ansiedad y buscar las mejores estrategias de afrontamiento, necesitamos conocer nuestras respuestas fisiológicas. Cuando pensamos que no podemos afrontar la situación, que lo haremos mal, que haremos el ridículo, en este caso, la ansiedad, en lugar de ayudarnos a “dar lo mejor de nosotros”, nos puede dificultar las cosas. Este tipo de pensamientos puede incrementar la ansiedad y hacer que nos domine a nosotros en lugar de que nosotros dominemos la ansiedad.
Estos pensamientos también pueden facilitar que estemos activados durante demasiado tiempo, gastemos mucha energía, nos cansemos en exceso y, en consecuencia, nuestro rendimiento será peor. La activación también puede ser contraproducente cuando, de entrada, se dispara con mucha más intensidad de la que necesitamos para afrontar la situación.
Cuando estamos en una situación que percibimos como amenazante, nuestro organismo activa los mecanismos que hemos explicado y nos prepara para afrontarla. Si cuando experimentamos sensaciones como taquicardia, tensión muscular, nauseas, etc. las interpretamos como una confirmación de la amenaza, es probable que empezamos a tener pensamientos del tipo: estoy muy nervioso, seré incapaz de afrontar la situación, no tengo recursos, etc. Estos pensamientos favorecen que nos pongamos más nerviosos, es decir que la reacción de alarma del organismo aumente.
En realidad, le estamos diciendo a nuestro “centro de control” que la situación supone una amenaza importante. En definitiva, la ansiedad genera pensamientos no adaptativos que, a su vez, incrementan la ansiedad y el incremento de ansiedad nos provoca pensamientos todavía menos adaptativos. Entramos en un círculo vicioso y si tuviéramos un termómetro que no permitiera medir la ansiedad comprobaríamos que nuestro nivel es muy alto. Cuando el nivel de ansiedad sube mucho, tenemos la sensación de que no la podemos controlar y este sentimiento puede llevarnos a sentirnos desbordados e indefensos.
¿Qué ocurre entonces?
Pensamos lo peor, que nos va a ocurrir una cosa grave como, por ejemplo, que vamos a perder el control o que nos vamos a quedar paralizados y no sabremos reaccionar. Hemos entrado en el círculo vicioso que puede provocar el ataque de pánico. Lo que puede llevarnos a tomar decisiones precipitadas, al consumo de sustancias nocivas, alcohol o cualquier cosa que evite esta sensación.
Es importante conocer la forma en la que respondemos ante detonantes emocionales para establecer estrategias adecuadas para una buena autorregulación emocional, y para esto la ayuda profesional en una clínica de adicciones puede ayudar a reconocer el grado de ansiedad, pero lo más importante, es que proporciona las herramientas y conocimiento necesario para el manejo y control de esta problemática. Hay Tratamientos integrales con atención de Psiquiatras, Psicólogos y terapeutas que serán de gran ayuda.
Terapeuta en Clínica SER
Cédula: 11729330