por Psic. Esp. Adrián Alberto Pérez Méndez Terapeuta de Clínica SER
Una de las causas por las que una persona que ha sufrido de adicción vuelve a recaer es lo conocido como la “Borrachera seca”, sin embargo hoy no me centraré a hablar de ella, sino de lo que le antecede y de uno de los principales elementos que la fortalecen: la neurosis.
Iniciaré por marcar la diferencia entre lo que es estar en un estado de abstinencia y la sobriedad. En la primera, la abstinencia, la podemos entender como la privación, negación o renuncia a algo. La abstinencia puede ser voluntaria, forzada u obligada, y esto marca que el individuo deje de hacer alguna cosa o acción que comúnmente le era placentero o que deseaba, que en nuestro caso es el dejar el consumo alcohol y/o drogas.
Por su parte, la sobriedad, no solamente requiere de la vida en abstinencia, sino de que la persona vaya encontrando la madurez, entendida esta no solo como asociada a la edad cronológica o de desarrollo, sino también a la experiencia de vida y, principalmente, de la madurez emocional alcanzada. Madurar es el concebir que se ha llegado a un momento en la vida en que se ha aprendido a aceptar lo que se ha vivido, vive y vendrá, lo que permite fluir ante la vida, implica el no juzgar y descargar culpas a los demás o hacia las cosas de lo que a mí me sucede.
Otro de los elementos y quizá el más importante, es la neurosis que llega a enfrentar el adicto en rehabilitación, quien solamente considera que el dejar de consumir es su recuperación. Esta neurosis se refiere a una forma de estrategia en la que se trata de eludir lo inaceptable, que en ocasiones lleva a la angustia o a la ansiedad, manteniendo elevados mecanismos de defensa para no enfrentar la realidad o lo que le amenaza, por lo tanto le impide al adicto tener una plenitud de vida y constantemente provoca que se repitan una y otra vez los problemas al interior de la familia, diferencias y problemas en el trabajo y alejamiento o aislamiento social, lo cual le seguirá provocando insatisfacciones en su vida y por lo tanto infelicidad. El neurótico rechaza conscientemente los aspectos que integran su realidad interna, no contacta con sus sentimientos y se aleja de ellos lo más posible, así como de sus pensamientos o deseos a través de comportamientos y modelos estrictos de acciones, previamente establecidas, así como formas de pensamiento psicológico que ya ejecutan en forma automatizada y, por lo tanto, lo hacen inconscientemente y sin darse cuenta, sin embargo, el adicto sabe que existe algo en su interior que no le permite desarrollarse en forma plena y le provoca constantes dificultades, en su tentativa de solucionar en el presente asuntos pendientes o inacabados de su pasado.
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Pensamiento antineurótico:
» Nada que es humano me es ajeno»