
Así como hay variables que ponen en peligro la recuperación de un paciente, los conocidos «factores de riesgo»; existen variables que pueden contribuir a disminuir el riesgo de un individuo frente a las adicciones de cualquier naturaleza: los llamados «factores de protección internos».
Dichos factores de protección de las adicciones, son los que aumentan la probabilidad de desarrollar hábitos saludables en las áreas más importantes de su vida. Son aquellos atributos individuales, condición situacional, ambiente o contexto que reduce la posibilidad de ocurrencia de comportamientos desviados de lo socialmente aceptable.
¿Qué son los factores de protección internos de una persona?
Algunos factores de protección internos, considerados más importantes para la recuperación de una persona, incluyen:
- Autoestima saludable: se trata de la opinión emocional que los individuos tienen de sí mismos y que supera en sus causas la racionalización y lógica. Se basa en creencias, sentimientos y juicios que se desarrollan a lo largo de la vida y que están influenciados por diversas experiencias personales, sociales y culturales.
- Introspección: es la capacidad que tiene una persona de cuestionarse a sí mismo y darse una respuesta honesta ante cada interrogante. Este acto de autoanálisis no solo fomenta el autoconocimiento, sino que también facilita el crecimiento personal y la toma de decisiones más informadas.
- Autonomía: refiere a la capacidad que tiene una persona para tomar decisiones y actuar de manera independiente, asumiendo la responsabilidad de sus propias elecciones y acciones. Se manifiesta en diversos ámbitos de la vida, como en el desarrollo personal, profesional y social, y es fundamental para el crecimiento y la autoeficacia.
- Capacidad de socialización: es el proceso a través del cual el individuo aprende e internaliza las normas, valores, comportamientos y habilidades necesarias para interactuar de manera efectiva en el entorno social y cultural que le rodea. Dicho proceso empieza en la infancia y se extiende a lo largo de la vida, siendo influenciado por la familia, la escuela, los amigos cercanos y los medios de comunicación.
- Sentido del humor: es la capacidad de saber enfocarse en el lado divertido de la vida, incluso en situaciones de angustia y estrés. Y es que, el humor permite fortalecer nuestras relaciones interpersonales, ya que, al reírnos juntos, se promueve la conexión y empatía, creando un ambiente positivo a nuestro alrededor.
- Adaptabilidad creativa: también conocida como «pensamiento divergente», se trata de otro de los factores de protección internos fundamental para el ser humano, ya que le permite generar ideas y soluciones innovadoras ante situaciones de caos y desorden. Esta habilidad es muy valorada en escenarios donde la flexibilidad y la innovación son necesarias a la hora de resolver conflictos de diversa índole.
- Pensamiento crítico: permite analizar con razón y lógica las causas y responsabilidades de la adversidad que se sufre, con el objetivo de trazar un plan de acción para enfrentarla y cambiarla. Esta habilidad no solo se aplica en contextos académicos, sino, también, en la vida cotidiana. Permite a las personas discernir entre información auténtica y engañosa.
En resumidas cuentas, es importante favorecer la construcción de valores positivos hacia la salud, el contexto social, la comunidad, el ámbito familiar, laboral/escolar, etc.; para que se pueda trabajar adecuadamente los factores de protección internos sin que los factores externos los pongan en riesgo.
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Psicól. Miriam Samour Nieva
Maestría en Psicología Clínica
Cédula Profesional 11729330